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¿Existe el Blue Day? ¿Estás seguro?

por | 6 Oct 21 | Coaching

Hay pocas cosas más emocionantes que empezar en un nuevo trabajo. Da igual cual haya sido el proceso para llegar hasta ese puesto, la cantidad de emociones positivas que genera en nosotros es enorme. Nos hace sentir que crecemos, que somos útiles, que nuestro futuro será más positivo y atractivo. Nos da dinero para estar tranquilos, ayudar a los que queremos y, ¡claro que sí!, darnos ese caprichito que nos merecemos. Mola.

Muchas emociones y solo prestamos atención a las buenas.Lógico, pero no necesariamente bueno. Me explico: 

El primer día en el nuevo trabajo es lo más parecido que vamos a vivir, como adultos, al primer día de cole. Seguramente por eso tenemos una mirada ‘infantil’ de lo que nos viene por delante. Cuando te preguntan por WhatsApp “¿cómo ha ido el primer día en el nuevo trabajo?”. Una respuesta muy habitual (quizás os sintáis reflejados) es: “¡Genial! El trabajo que hago me gusta mucho (más que el anterior), los compañeros son todos muy simpáticos, la oficina es muy chula y mi jefe parece competente y amable. Estoy muy contento”.
Todo de color de rosa. ¡Oye! Y está muy bien esa alegría y felicidad, pero ¿por qué no buscamos una mirada más de detalle?


Aprovechemos esa emoción inicial para prepararnos de cara a los momentos complicados. Porque sí, van a llegar esos momentos. No dudéis, llegarán, y probablemente, no por factores externos, sino por factores propios de nuestra gestión emocional. Es posible que los veamos como externos, pero ¿lo serán, de verdad? 
La ilusión es la gasolina de la pasión, y conviene que no perdamos la primera para no quedarnos sin la segunda. Gestionar nuestra euforia es tan fundamental como gestionar nuestra frustración, lo que pasa es que una apetece más que la otra, e incluso, tiene mejor marketing social… ¡donde va a parar!


En estos tiempos en los que la vida -dicen- está en un click, salvo cuándo se cae a la vez Facebook, WhatsApp e Instagram, asumir que tendremos “malos días en el trabajo”, cuando se nos haya pinchado el globo de lo nuevo, es tanto como renunciar a que usemos las herramientas que nos han sacado de lugares peores. Esos pasaportes mágicos nos vinculan con la automotivación, es decir, con la búsqueda de algo tan esencial como es la respuesta a la mejor pregunta del mundo que, además, es doble: ¿Por qué hago las cosas? ¿Para qué sirve mi trabajo?


“El Blue Day” es posible que llegue. Sí, ese día en el que ya no nos seduce tanto aquello que nos encantaba, y que incluso nos hace echar de menos el anterior trabajo. Ese mal pensamiento nos puede llegar. Es humano. Pero, también, tenemos poder para reprenderlo y reconstruirlo… Urgentemente, debemos pulsar la tecla del stop, y pensar en qué ganamos y qué perdemos con ese día malo, y reconstruir. Podemos sucumbir por momentos, pero debemos autocontrolarnos y reaccionar para no vivir una vida paralela.. y triste que se prolongue como una letanía obligatoria que aplasta cualquier sensación de bienestar. 

A las preguntas iniciales, la respuestas serían: Sí, existe el Blue Day. Sí, estoy seguro. Pero también, tengo la fuerza y la determinación de construir Mi Mejor Versión que supera esa desazón que, felizmente, es bastante más llevadera que otras que ya he superado. La automotivación (utilidad de mi trabajo), y el autocontrol (paro y limpio emociones) me sacan del “Blue Day”, si llega. Nada más y nada menos.


Eso es gestionarse emocionalmente. Yo lo hago… ¿y tú? 

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