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El privilegio de LA PALABRA DADA 

por | 30 May 22 | Coaching, Consultoría, Formación, Marketing

¡Qué importante es cumplir con la palabra dada! Está poco de moda, pero es el mejor de los compromisos. Sin duda. Decir algo y hacerlo. Sublime. Mágico, pero no por una cuestión de honor trasnochado llevado al límite,-que mal no haría o no más que el cinismo reinante-, si no por una cuestión de confianza. Sí, confianza y certidumbre, en un mundo débil y finalista, en una sociedad egoísta y mentirosa que, todos decimos que queremos cambiar, pero cuando tenemos la ocasión, nos sumamos a la decepción transaccional del “sálvese quien pueda”.

“Dar la palabra”, TU PALABRA, y no cumplir con ella, desmorona lo más básico de las relaciones sociales (íntimas, personales, profesionales, etc..). Claro, algunos pensarán, para evitar quedarte colgado de la brocha se inventó el Derecho, para obligar a que la palabra dada se ratifique por escrito y con un “castigo” en forma de incumplimiento.

Bien, perfecto. El contrato, la ley… pero no queremos hablar aquí de la versión del compromiso legal. Por cierto, las leyes las hacen las personas. No nacen en el huerto por generación espontánea. Aquí, ahora, queremos hablar de lo invisible que conecta energías y corazones, almas, para un fin común, elegido libremente. Y ahí, no hay ley humana o tocho legal que opere. Ahí, funcionan los valores. Tu máxima autoexigencia con tu esencia y estilo (innegociable), y por supuesto, no defraudar a quien confío en ti… ¿A quién confió en ti? Mejor aún, para no defraudarte a ti mismo.

“Dar la palabra” y no cumplir supone mentir, traicionar y dejar tirado al de enfrente. Da igual si hay o no consecuencias legales. Es feo. Está mal. No lo queremos para nuestros hijos, a los que les decimos que hay que ser honrados, honestos, congruentes, consecuentes y coherentes. Luego, ya, cuando creces, y mandas o crees que tienes el poder, la cosa cambia, ¿no? Terrible.

No cumplir con lo prometido, es perder el respeto a todo. Y no sólo al otro, también, a ti. Es robar tiempo, ilusión, fe. Es asqueroso.

Cumplir, sin embargo, es multiplicador para bien y la pócima de la revitalización imparable.

Es muy desalentador y, también, muy difícil de entender cómo en la sociedad actual se habla de “listos” al referirse a los que le dan tan poco valor a la palabra dada, y parece que sacan beneficio con eso (generalmente, económicos). Ingenuos, tal vez, no caigan en la cuenta que una vez rota, una vez incumplida la palabra dada, su valor como seres humanos pasa a ser un vomitivo cero fraudulento, y para toda la eternidad.

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