¿Cómo le explicas a un estúpido que tiene éxito, que es estúpido? Es una misión imposible que ni el Tom Cruise más en forma de la historia, podría cumplir. No se puede justificar lo injustificable, y menos mostrando el cinismo más oportunista.
La gestión de carrera de los profesionales es una asignatura pendiente y transversal a la sociedad, no exclusiva de los grandes deportistas o ejecutivos. También, afecta a otros trabajadores de menor rango que por “dimisión de sí mismos”, por pereza o por ignorancia, han sucumbido al pensamiento único. Ese que les aparca en una mala actitud, o en un puesto de trabajo frustrante, o en una empresa en la que no encaja, o en todo a la vez. La gestión de la trayectoria profesional es tanto como hablar de más de la mitad de la vida humana percibida. Mucho más de la mitad. Es terrible porque casi nadie la desarrolla con buen criterio y, claro, así nos va…
El famoso chiste de “¿cuánto trabajas?”, que se responde con “ya sabes, media jornada… 12 horas”, refleja la evidente e inseparable influencia del trabajo, de lo profesional hacia lo personal e intimo,(y al revés), por mucho que algunos se empeñen en hablar de separación absoluta. Una quimera tan inalcanzable como la otra división, la de los Poderes del Estado de Derecho… (Ay!!!)
El dinero no lo es todo. Obvio. Por muy importante que lo sea. Que lo es, porque así no te preocupas de él, del dinero, me refiero. Pero aún así, seguimos olvidándonos de la dimensión emocional del tiempo que ya nos avanzó Fraisse. El resultado es desalentador porque una altísima remuneración no cura la sensación de valores pervertidos, palabras dadas vulneradas, y esa especie de “tahúr/trilero” que hace de todo para ganar en el corto plazo, y tal vez, en el mejor de los casos, caer en una cárcel de oro. Repito, en el mejor de los casos. En otros, ni eso, y por mucha diferencia, además.
En una negociación, no todo vale. Y no solo por lo legal, también por lo moral. Y muy importante, en un proceso de negociación hay pasos que no permiten la vuelta atrás, si se cumplen las expectativas planteadas por las partes intervenientes. No vale, es inadmisible, con un acuerdo cerrado, volver a la casilla de salida, con la anterior compañía, a mostrar un paisaje que “si me lo mejoráis, me quedo”. Lamentable. Chantaje admitido y vomitivo, y me da igual que se llame Kilyan y sea atleta, o Antonio o María, y trabaje en un laboratorio o en una empresa tecnológica. Asqueroso. De muy malos profesionales.
En estos casos, con o sin dimensión mediática, saltan por los aires las famosas 5C y LA NO COMPETENCIA entre los miembros de un equipo. Y es igual que se queden o se vayan a la otra empresa, el daño ya está hecho. Pierden todos. No gana nadie. Y lo peor es que tardarán en darse cuenta, por engreídos y estúpidos.