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EL CAMPO ESTÁ EMBARRADO

por | 29 Nov 23 | Consultoría, Marketing

Y algunos parecen disfrutar, embarrándolo aún más. Barro de ese tipo de papilla que se mete hasta entre los dedos de los pies, aunque lleves buenas botas y calcetines gordos “waterproofnoséquémás”. El campo está embarrado, y mucho. Pero el objetivo no se suspende o se rebaja por las malas condiciones del “terreno de juego”. Nada de eso. Se mantiene. Y no es un objetivo sencillo, como sería mantenerse en pie que no sería poco. No, que va. Se quiere “jugar”, hacerlo bonito (¡faltaría más!), y ganar, por supuesto. Pues bien, solo si es el Mejor Maradona (el futbolista, no el hombre), se podrá conseguir eso. El resto, va a fracasar, con total seguridad. Bueno, quizás, no todos,

En época de “tiempo norteño”, que diría el leído periodista de ABC, José Manuel Cuellar (d.e.p.), solo queda tirar de oficio y exhibir recursos solo mostrados en ocasiones primarias (con poca experiencia, tal vez), pero con la fuerza de quien todavía no se ha convertido en un descreído. Ante el campo como un patatal, solo cabe la calidad extrema desde las condiciones puras de cada uno, sin necesidad de florituras, salvo que seas Maradona. Y sí, la gente sigue embarrando el campo. Pero hay que seguir jugando. Y sí, esa gente sigue embarrando todo. Es probable que sean políticos o jefes o clientes o parejas (todos ellos, sospechosos habituales). O también, muchas veces, es muy posible que seamos nosotros mismos. Y sí, -confío-, ya se habrán dado cuenta. Claro que no estoy hablando de fútbol. Hablo de la vida. EL CAMPO ESTÁ EMBARRADO, y algunos parecen disfrutar embarrándolo más. 

Con gachas de arena espesa, con mucha negatividad, con una sociedad enferma de ego, sufrimos las guerras visibles y las invisibles, las que te matan con lo políticamente correcto (o sea, con mentiras admitidas). Padecemos  un profundo “pensamiento mágico pendejo” como describía con su habitual gracia, el actor mexicano Odín Dupeiron. Desolador. Sí, terrible. Y, ¿qué hacemos ante eso? La pregunta no es retórica y exige un cambio del paradigma de las personas y profesionales. Es un 360 ó 180 ó 24/7, ó no sé que tipo de combinación de giros y actitudes que deben recuperar la esencia del compromiso por dejar un legado mejor que el que recibimos. Aunque nuestra oficina no tenga moqueta, y huela mal el water; o aunque nuestra vida no se la típica de anuncio de desayunos en la tele de familias perfectas de ojos azules y pelos rubios platino al viento, da igual la edad que se tenga (por supuesto, sin calvos, ni abuelos, siquiera!!!) 

Repito la pregunta: ¿Qué hacemos ante esto? Pues invertir en nuestro optimismo. La gente habla mucho de ser positivo, pero es mejor ser optimista. Al positivo, todo le viene bien como consecuencia de que acumula experiencias. Algunos no se enteran, pero las meras experiencias no son nada. Para algunos, ni siquiera conocimiento. La clave debe estar en ir más allá, y depurar las experiencias (buenas o malas) y transformarlas en sabiduría. Eso te hará dar un salto de calidad. No es malo ser positivo, pero le falta acción, y le sobra resignación. En cambio, ser optimista, implica tomar la iniciativa para influir en lo que nos sucede, por bueno o malo que sea, e intentar ser todo lo protagonista que se pueda en todo lo que nos afecta, incluso, por imprevisto o terrible que sea. Ser optimista es afinar tu toma de decisiones, y no dimitir de tí mismo por embarrado que esté o te pongan el terreno de juego. 

EL CAMPO ESTÁ EMBARRADO, pero somos optimistas, y nosotros trabajamos para no embarrarlo más. Ayudamos a que la RESPONSABILIDAD Y LA LIBERTAD, generen la mezcla perfecta de ética y eficiencia. Les invito a formarse, a aprender y a “desaprender”. 

(No sé si pueden disfrutar de fluir tanto como Maradona. Me alegraré por ustedes. En todo caso, disfruten de lo que hacen en las mejores condiciones posibles. No sean masoquistas). 

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