LIDERAZGO PARA SER, y no solo para estar
EGC
Emilio G. Carrasco
5/21/2024
Imaginen ser un deportista muy bueno. Pero mucho, mucho, mucho. Buenísimo. Tanto que eres considerado el mejor jugador joven en tu año. No es poca cosa.
Todos tienen expectativas altísimas contigo y la presión es tremenda. Incluso, tú mismo has soñado (y creado) las metas más grandes y ambiciosas para triunfar. Pero, hay un ligero problema. Cuando llegas a profesional, “caes” en un equipo malo, malo, pero malo a rabiar. No ganas casi nunca y, desde luego, las opciones de prosperar y crecer, para alcanzar esas metas tan altas, son prácticamente nulas.
En el deporte actual, alérgico a la frustración, repleto de niños malcriados y egos desmesurados, lo lógico hubiera sido un cambio de equipo. O negarse a entrenar en señal de protesta. O, incluso, escenificar delante del mundo mundial, nuestro malestar y descontento. No fue el caso, felizmente.
Aguantó en esa situación, nada más y nada menos, 12 años. Sí, 12 . O sea, el grueso de toda una carrera deportiva en un equipo muy por debajo de tu calidad individual. Ni una sola mala cara. Por muy malo que fuese el equipo, -conviene recordar-, todo lo que tuvo también fue por ellos. Y en esta reflexión, ahí, surge el (auto) liderazgo para ser, y no sólo estar. Ahí, aparece el valor supremo del CÓMO se pueden hacer las cosas. El tan manoseado estilo. Y, claro, en lugar de tirar de tendencia chulita, en lugar de eso, vas y sumas, aportas, te reinventas y, sobre todo, haces las cosas por convicción, por compromiso máximo con lo que tú sientes, y no sólo por que toque hacerlo de manera rutinaria y frustrante.
El tiempo juega, también, su papel y llega el momento de marchar de ese club, de ese equipo no tan bueno (o muy malo, directamente). Y lo haces, dejando un importante beneficio en forma de traspaso. Ni tan mal. Te vas a otro sitio, pero tu estilo te acompaña. Y allá donde has estado, dejas el aroma de tu trabajo hecho con el sentimiento, y esa confianza labrada fuera de los elogios a los que tan acostumbrados estamos. Había que estar y se estuvo. Y se estuvo bien, como debe ser para dormir con la conciencia tranquila.
Esta es la historia Matt Stafford, exjugador de Detroit Lions. Ahora, es quarterback de Los Angeles Rams. Desde esta noche pasada, puede presumir de haber ganado la SuperBowl tras 12 años de perder, casi, siempre. ¡Bien hecho! Por fin, le llegó el premio por SER y no solo estar, aunque siendo uno mismo en su mejor versión, el premio es de cada día, más allá de lo que digan los demás, o un marcador sometido al azar, más de lo deseable.
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